Están volviendo con esto porque están en período electoral; cada vez que hay elecciones aparecen con la economía o los escándalos, ya es típico, al menos, mientras yo sea Presidenta, los que pretenden ganar plata a costa de devaluaciones que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar otro gobierno, no con nosotros. Y no se trata solamente de una cuestión de sensibilidad social, ni nada, simplemente de inteligencia y de lectura correcta de lo que ha pasado en la Argentina en los últimos cincuenta años con los procesos devaluatorios recomendados e impulsados. Como dependíamos del Fondo Monetario Internacional por los créditos que teníamos, aparecía (la devaluación) como una recomendación del Fondo. Pero al Fondo iban los correveidiles de la Argentina a decirle lo que teníamos que hacer (...) En realidad nos decían lo que quería un grupo así chiquitito de argentinos, que durante cincuenta años lucró, y mucho realmente, con el hambre, la miseria y la desindustrialización del país. Cuando hay desindustrialización, hay desocupación; y cuando hay muchos de-socupados, los salarios bajan, hay gente que come menos y cuando se come menos, se puede exportar más. De todo: trigo, carne, harina, maíz, lo que fuere.
Cristina Fernández, en
anuncios de medidas para el sector productor triguero, 7/05/13
El debate por el Derecho y el
funcionamiento de la Justicia
argentina no empezó ahora. Hace diez años que, con altos y bajos
(garantismo-antigarantismo, matrimonio igualitario, Ley de Identidad de Género,
memoria-impunidad, nueva ley de salud mental vs. modelo tutelar
manicomializante. Todas estas discusiones esconden la democratización del
Derecho, la idea de ver como nuevos sujetos con palabra donde antes se veía
objetos a “tutelar”, sin derechos, “enfermos”, “locos”) se viene dando todos
los días. La Memoria
es el debate por la democratización y la palabra. La democratización pone en
peligro el negocio de los guardianes (curadores–jueces-fiscales). Su secreto
mejor guardado. La idea de “curar”, en vez de escuchar. La idea de
“representar”, en vez de dejar que el otro hable. La idea de dar –e imponer–
sentencias. En vez de hacer derechos.
Julián
Axat (defensor juvenil) y Guido Croxatto (asesor de la Secretaría de Derechos
Humanos): “Ante la ley”, 14/05/13
El año
pasado, la Legislatura porteña la declaró “personalidad destacada de los
derechos humanos”, en ese homenaje, Cecilia dijo: “No sé qué me hizo ser
feminista, pero la idea de la igualdad que tiene el feminismo no lo tiene
ningún partido político, ahora sé que fue en realidad por esta concepción de la
igualdad de oportunidades y de trato como punto de partida y de llegada lo que
me llevó a serlo. Argentina es uno de los países avanzados en el tema, hemos
conseguido muchas cosas desde que empezamos en el Partido Intransigente.
Seguiremos en ese camino, muchas gracias por el reconocimiento”.
Mariana
Carvajal, “Una militante de los derechos humanos”, homenaje a Cecilia
Lipszyc por su fallecimiento, 19/05/2013
No es casual que el
tema de los juicios a los represores haya sido tomado por gobiernos como el de
Alfonsín y el de Kirchner. No eran gobiernos democráticos de derecha. Eran
gobiernos democráticos que además tenían un proyecto progresivo, de cambios
sociales y culturales. Porque la democracia tenía que demostrar dos cosas a las
nuevas generaciones: en primer lugar, que las instituciones eran más fuertes
que el golpismo de las Fuerzas Armadas y, en segundo lugar, la viabilidad de la
democracia se apoya en la posibilidad de convertirse en cauce para cambios
pacíficos, es decir, que las instituciones democráticas pueden ser más fuertes
que los poderes fácticos, las corporaciones. Si no fuera así, Argentina sería
un país con la violencia siempre en sus puertas como una navaja afilada en su
cuello. Alfonsín fue el comienzo de la transición, tuvo claros los desafíos,
pero no pudo con ellos y lo más importante en ese momento pasó a ser que
llegara a un traspaso democrático de la presidencia. Néstor Kirchner es el
final de la transición. Vio los desafíos y los afrontó, sus enemigos fueron
casi los mismos que los de Alfonsín y la reacción que desataron tensionó a
todas las instituciones de la democracia, toda la estructura hizo ruido, puso a
prueba la calidad de propios y ajenos, de oficialistas y opositores. Nadie
aprobó con diez y el examen todavía no terminó, pero viene zafando. Por lo
menos, los argentinos se pueden sentir aliviados porque el genocida Videla
murió en prisión común. Porque hay una sociedad capaz de castigar al terrorismo
de Estado.
Luis Bruschtein, “Alivio”, muerte del
genocida J. R. Videla, 18/05/13.
La sociología tiene que ver con
cambiar la forma en que nosotros explicamos el mundo a nuestro alrededor. Tiene
que ver con encontrar la forma correcta de explicar una experiencia, […] La
psicología, sin intención, ha tratado de explicar o de que la gente escrute sus
propios patrones de comportamiento, su propia psiquis, para explicar su fracaso
en una relación romántica. […] La psicología ha sido una de las más grandes
fuerzas que ha despolitizado el entendimiento de nuestra experiencia y lo ha
llevado a nuestra infancia y a nuestra psiquis de la infancia.
Eva
Illouz, socióloga y escritora marroquí, 21/04/13
Los cuerpos de
Kosteki y Santillán ya no pudieron ocultarse. Pero entonces el artilugio
discursivo fue hablar de “guerra entre piqueteros” que “murieron en un
enfrentamiento” entre bandas. El mismo argumento que se había utilizado medio
siglo antes, en el Bombardeo a Plaza de Mayo. […] Analizar el rol de la prensa
en distintos conflictos sociales fue también interrogarnos acerca de las
relaciones sociales a lo largo de la historia, las condiciones de dominación y
subalternidad, las luchas de clases y la construcción de otro tipo de
representaciones. Porque ni el pueblo paraguayo, ni las poblaciones indígenas,
ni los anarquistas, ni las mujeres, ni los estudiantes, ni los trabajadores, ni
los desocupados “murieron en un enfrentamiento”. En el cínico juego que establecen
las clases dominantes, ellos pagaron con sus vidas el precio de la resistencia
al poder.
Luciana Mignoli (periodista, docente e
investigadora), “El rol de la prensa en el conflicto social”, 26/04/13
La socioantropología más elemental parece indicar que el
concepto de libertad predominante en los cacerolazos no es el de una epopeya
colectiva dirigida a derrotar los obstáculos oligárquico-corporativos que
frenan y condicionan la libertad política del pueblo, sino el del más modesto,
pragmático y actual objetivo de despejar los obstáculos para el intercambio en
dólares y las restricciones para las importaciones. Es altamente probable que
la presión impositiva, las retenciones agrarias y las regulaciones estatales a
la banca y las finanzas hayan tenido una presencia simbólica más importante en
el reclamo de libertad que las restricciones a la plena libertad que suponen la
existencia de monopolios económicos, matufias judiciales y policiales y
corporaciones cerradas a la mayoría del pueblo. La seguridad que convoca más
urgentemente es la de los cuerpos, la de la violencia callejera que constituye
–más allá de estadísticas y causalidades– un problema intensamente vivido por
los habitantes de las grandes ciudades argentinas. Pero en las capas medias,
claramente mayoritarias en las marchas, ese miedo al ataque en el propio cuerpo
se entrevera con el miedo a dejar de ser lo que se es en términos sociales y
culturales. A que una “política distributiva y populista que necesita a los
pobres como rehenes” termine afectando el propio status individual y colectivo.
Defensa de un estatus social, hay que decirlo, que nunca fue tan agredido y
destruido como en los días de aquel diciembre en que estalló el programa
neoliberal en Argentina. La “seguridad” de la clase media mira con miedo y con
desconfianza hacia abajo y descarga su ansiedad contra un gobierno que (claro
está, por pura demagogia) privilegia su relación con los más débiles. Por
último, la cuestión de la ética pública tiende a construir una amalgama de significación
entre el “Estado que interviene” y el “Estado que roba”. Los megaescándalos
desatados por los grandes medios de comunicación tienden –con independencia de
sus resultados concretos– a validar el prejuicio de que somos robados por la
política
Edgardo Mocca, “Las banderas del 18-A y el futuro político”,
21/04/13
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