Fragmentos.
podría hablar de palabras como «inclusión
social», como...Pero yo saben qué prefiero hablar, de armonía, de armonía
social y de paz social. Porque cuando uno logra que el otro, el que no tuvo las
mismas oportunidades que uno, no se sienta excluido, no se sienta rechazado, no
se sienta discriminado o estigmatizado por haber nacido en tal lugar o por
tener un color de piel o por tener otro lugar, me parece que eso es lo que
tenemos que buscar todos, que nadie se sienta mal ni que se rechace a uno
porque tiene pero que tampoco se rechace a otro porque no tiene. Y eso me
parece que es lo que tenemos que lograr los dirigentes políticos: armonía. La
armonía es lo más difícil de lograr, lo más difícil de alcanzar porque requiere
equilibrio, requiere serenidad, requiere paz y requiere mucha voluntad y mucho
hacer por los demás.
Cristina Fernández, en la Inauguración de la Casa de la Cultura de la Villa 21 de Barracas,
9/09/13
Pero no deberíamos resignarnos tan
rápidamente a abandonar la posibilidad de imaginar otra forma, mejor, de
convivencia, otro modo, menos reaccionario, de lidiar con el futuro, y otra
manera, más republicana, de pensar el papel del propio Estado. Más republicana,
en efecto: no regalemos esta palabra, demasiado preciosa, a los enemigos del
proceso de ampliación de derechos en marcha entre nosotros. Porque es la gran
tradición republicana, de Aristóteles a Hegel y de Cicerón a Bernardo de Monteagudo,
la que nos ha enseñado que el Estado es la institución gracias a la cual –y en
el marco de la cual– podemos ser libres, autónomos y sujetos de derecho, y que
es por lo tanto su función, cuando no está ganado por fuerzas contrarias al
bien común de la sociedad, bregar por la realización de esa cosa pública que no
sin conflicto ni contradicciones envuelve a las distintas clases y también a
las distintas generaciones. Es necesario pensar hoy, en una mirada compleja
sobre el también complejo proceso social, político e histórico que vivimos,
esos conflictos y contradicciones.
Eduardo Rinesi, “El temor y la esperanza”, Rector de la Universidad Nacional
de General Sarmiento, 17/09/13
Si apenas somos un dato/una cifra un porcentaje/cuantificable en la lista/de daños colaterales./De un sistema que fabrica/cosas peores que yo./Pero una vez tuve un sueño/soñé que éramos iguales/yo tengo tu mismo origen/el vientre de una mujer./Yo nunca quise ser malo/ni andar lastimando a nadie./Ojala me hubieras visto/me hubieses cuidado antes/cuando fui quedando solo/y mi sueño se me truncó./Hoy soy la nueva pandemia/que agitan para asustarte/y solo si agarro un chumbo/salgo en la televisión.
Fragmento de la canción NINGUN PIBE NACE CHORRO, de la murga uruguaya “Los curtidores de hongos”.
En las universidades,
el principal opositor de la
Franja en la década del ’80 venía por derecha: los sectores
liberales liderados por Alvaro Alsogaray. El peronismo, adversario histórico de
los radicales, estaba totalmente desmembrado. El radicalismo es un partido de
clase media y de universitarios, por eso tiene dirigentes tan formados. El
peronismo, en cambio, ha sido un partido de sectores trabajadores de más
arraigo territorial, y por eso la universidad fue siempre un ámbito más
vinculado con el radicalismo. Los peronistas no defendían el reformismo, ni el
sistema de centros de estudiantes. En cambio, Franja Morada recupera todo el
ideario reformista. La historia de Franja Morada es la historia de la
universidad argentina.
Mónica Beltrán, Periodista, autora de La Franja,
(la agrupación universitaria de la
UCR) 6/08/13
La política en la
calle, la calle en la política –en la búsqueda de compartir ideas, sensaciones–
y escucharse son claves para que un proyecto político se haga carne en la gente
y para que la gente pueda volver carne el proyecto político (este planteo no es
sólo una mirada, sino también una experiencia que comparto. Y cuando escribo
esto, lo hago desde un caso situado en la provincia de Neuquén). Las redes
sociales, los mensajes de texto, las páginas personales, adquieren sentido,
relevancia e impacto si está, si existe, ese transitar de la política en las
calles, de la calle en la política. En treinta años de democracia estamos
transitando la recuperación de la palabra y de la práctica política. Y, como la
calle, aunque en distintas formas, las redes sociales tienen su retórica: hay
que decidir qué decir, qué imágenes mostrar y estar preparados para la
diversidad de las interacciones posibles, entre otras leer comentarios en todos
los tonos. […] Política y militancia logran ser manifestaciones creíbles cuando
los sujetos hablamos cara a cara y nos escuchamos, cuando nos sentamos a una
mesa o hacemos una ronda para vernos las caras. Cuando suman vecinos, cuando
suma gente joven a la ronda de la conversación, cuando suman militantes de
otras épocas. Todo esto puede fortalecerse a través de las TIC [tecnologías de
información y comunicación], pero las TIC no pueden suplantar la política del compromiso
intersubjetivo.
Marcos Muñoz, “Las redes sociales en la
política”, Secretario de Extensión de la Facultad de Humanidades da la UNDC, 14/08/13
De este modo llegamos a la raíz de lo
que deberíamos llamar teoría: ver lo que es. Ello no significa la trivialidad
de la constatación de lo meramente existente. Tampoco en las ciencias se define
el «hecho» como lo mero existente que puede sujetarse midiendo, pesando o
contando; el «hecho» es más bien un concepto hermenéutico, es decir,
continuamente referido a una relación del suponer o del esperar, a una relación
del comprender del investigador de índole compleja. No tan complejo, más tan
difícil como ello, es conseguir en la praxis vital de cada uno ver lo que es,
en lugar de lo que se desea hacer. La exclusión básica de prejuicios que exige
la ciencia metódica del investigador puede ser para alguien un esforzado
proceso –y es siempre más fácil que la exclusión del amor propio-, o de aquello
a lo que pertenece y que él escucha –grupo, pueblo, cultura- para superar
ilusiones renovadas y ver lo que es. El secreto de todo ejercicio de dominio,
el demonio del poder y su antipolo, la sabiduría de la constitución política,
permanece aquí oculto.
Hnas Georg Gadamer: Elogio de la teoría, 1993.
Nadie representa a
todos. El kirchnerismo tampoco. En todo caso, puede representar a una mayoría y
a veces a una primera minoría. Pero en democracia, con eso se ganan elecciones
y se gobierna. La imposibilidad –por ceguera o por conveniencia– de ese
discurso totalitario granmediático de aceptar a esa mayoría que no piensa como
ellos creen que debería hacerlo segrega un sustrato de violencia sobre el cual
se apoyan todos sus argumentos. El discurso de acusar de violento al
kirchnerismo aparece también como un acto de prestidigitación. No ha habido
ningún caso de periodista opositor o crítico agredido por hordas kirchneristas
o efectivos policiales. No ha habido ni uno solo. Pero Joaquín Morales Solá fue
al Congreso a denunciar que peligraba su vida y otros reconocidos periodistas
lo acompañaron para hacer denuncias similares. Y las cosas han sido al revés:
hubo periodistas golpeados por hordas, pero de caceroleros antikirchneristas y
no una, sino varias veces. Por su parte, el Gobierno impulsó la erradicación de
la figura del desacato por la cual eran juzgados muchos periodistas que
criticaban a los gobiernos. Pero, insólitamente, el que sí persiguió
judicialmente a periodistas fue el Grupo Clarín, que es el principal emisor de
ese discurso cargado de violencia y para el que trabajan muchos de esos
periodistas que estuvieron en el Congreso.
Luis
Bruschtein, “Días de ira”, Periodista, 9/02/13
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