aqui estamos!

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"NADIE PUEDE SER FELIZ SIN PARTICIPAR EN LA FELICIDAD PÚBLICA, NADIE PUEDE SER LIBRE SIN LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD PÚBLICA, Y NADIE, FINALMENTE, PUEDE SER FELIZ O LIBRE SIN IMPLICARSE Y FORMAR PARTE DEL PODER POLÍTICO"

HANNA ARENDT

"LO IMPORTANTE ES QUE PODAMOS DISCUTIR, RAZONAR Y ENTONCES, NO HACER SOLAMENTE EJERCICIO POLITICO DE OPOSICIÓN, SINO ESCENCIALMENTE TRABAJAR POR LOS INTERESES DE NUESTROS REPRESENTADOS"

CRISTINA FERNANDEZ

jueves, 5 de mayo de 2016

Para pensar, debatir, comprender

Fragmentos.

No vine acá para dividir a los argentinos. Al contrario, durante años millones de argentinos pudieron expresarse acerca de esta presidenta y de sus políticas de la mejor manera que preferían, con insultos, con agravios o sin insultos o sin nada, porque vivíamos en libertad. Lo que yo quiero volver a recuperar, para todos ustedes, y este tiene que ser el eje del frente ciudadano, es la libertad. Porque los argentinos estamos perdiendo la libertad. ¿A qué libertad me refiero? Una de las cosas que nosotros como proyecto hicimos fue no solamente la igualdad, la igualdad te da libertad porque tenés trabajo y podés decidir lo que querés hacer, porque sos jubilado y te atienden y te dan remedios, porque podés decir lo que quieras frente a una cámara de televisión, frente a un medio, escribir. Lo que tenemos que recuperar, y el Gobierno tiene que garantizar, es la libertad de los argentinos, la libertad de poder expresarse sin censuras, la libertad de poder escuchar a todos. Acordándome de la ley de medios, este es un ejemplo para que ustedes entiendan por qué envenenaron a la gente, le picaron la cabeza a la gente, diciendo que con la ley de medios iban a desaparecer determinadas señales de cable como “Todo Negativo” y otras cosas más. Fíjense, lo único que desapareció fueron los demás. Entonces, creo que este frente ciudadano debe tener como eje la libertad.
Cristina Fernández, hablando frente de los Tribunales de Comodoro Py, el día de su citación por la justicia, 13/04/16

La última década fue un reencuentro del peronismo con parte central de su identidad: el Estado recuperó herramientas y centralidad; la política reivindicó su soberanía y arbitró intereses privilegiando a los trabajadores; las asignaciones sociales crearon derechos universales para los más débiles, niños y ancianos que habían quedado excluidos de todo; la política de derechos humanos reivindicó que el pasado solo se supera con verdad y justicia, no con revancha ni olvido. Pero también tenemos que enmendar errores y superarnos. El Estado, más que expandirse, hoy necesita recuperar la capacidad de planificar y transformar. Los consensos deben ser amplios, y reconocer como expresiones legítimas a todos los sectores políticos, sociales y empresarios. Y el superávit fiscal y externo, la baja inflación y el dólar competitivo con que crecimos durante largos años son banderas que no tenemos porqué regalarles a los liberales. Debemos reconstruir, en clave desarrollista, un peronismo victorioso que abandone la retórica de trinchera. Este rumbo neoliberal no sintoniza con las aspiraciones de justicia social de nuestro pueblo. La baja de retenciones era necesaria para recuperar rentabilidad, pero perdimos la oportunidad de segmentarla por regiones y por tamaños de productores. Del “cepo” había que salir, pero devaluar sin esfuerzos consistentes por coordinar precios, márgenes y el abastecimiento de productos, fue una decisión a espaldas del bolsillo de la gente. La tarifa energética social es positiva, pero su uniformidad se desentiende de realidades regionales profundamente asimétricas. Un estado inteligente es lo contrario a despidos sin criterios explicitados y con espíritu de revancha. (…) Ni palos en rueda, ni callar diferencias con el gobierno, ni silenciar disensos internos. Al peronismo desarrollista tenemos que construirlo desde el debate horizontal. El país lo necesita. Sobre todo, ahora que el gobierno va en otra dirección.
Eduardo Aguilar, “Un peronismo desarrollista”, senador nacional, FpV-PJ Chaco, 27/04/16 

No me preocupa que no nos pongamos de acuerdo rápido, me preocupa que podamos debatir con reflexión y honestidad sobre qué pasó (...) Yo creo que en Argentina, me pregunto, hasta qué punto se dieron ciertas luchas culturales más profundas (...) Creo que se entendió mal la batalla cultural y se dio como si fuera una batalla de identidades cuando era una batalla por el sentido común. Me imagino que estoy hablando en esta red con un grupo de mujeres que le dan enorme importancia al sentido común cotidiano, a la lucha cultural por transformar maneras de ver, jerarquizar y percibir el mundo y algo de esto es lo que aún debe seguir trabajándose.
Alejandro Grimson,  en el ciclo de Conversaciones Políticas, de la RMcC nodo fundador, 30/4/16, antropólogo y docente UNSAM

Lo que está pasando ahorita en Europa de voltearle la espalda, cerrarle las puertas y deportar masivamente a gente que viene huyendo de la guerra con sus niños, con sus ancianos, es una demostración contundente de que no sabemos cómo comportamos con el prójimo (…) Es evidente que se ha generalizado en el mundo una forma de vivir y una serie de expectativas que tienen como base el egoísmo, la competencia, la desconfianza ante todo lo que sea distinto, la intrínseca convicción de que hay unos seres superiores que son blancos, que tienen dinero y que aparentemente son los herederos de la tradición del bien y que tienen pánico de que vayamos los demás, incluidos los latinoamericanos, a quitarles lo que tienen. Donald Trump representa la expresión del odio por los demás, esa prepotencia blanca tan imbécil, porque qué otra palabra le puede uno poner. Austria levanta murallas alrededor, ¡pero si no estamos en el medioevo! Si hay una demostración de que urge establecer algún tipo de código de conducta –no te digo Trump porque ya se sale de todos los parámetros y entra claramente en el campo de la payasada sangrienta– es lo que está sucediendo en Europa, que es una atrocidad.
Laura Restrepo, escritora colombiana, 3/05/16

“¡¡Estas manos y esta cara fueron besadas por Cristina Fernández de Kirchner!!”, dijo Teresa Vera, cerca de los cincuenta, pelo bien corto, que sumó los besos de anoche a los que logró llevarse ocho veces, cada 1º de marzo, en la puerta del Congreso, donde “religiosamente” estuvo cada vez. “Ellos se piensan que la gente se olvida del amor que Néstor y Cristina le dieron al pueblo, pero no se olvida” (…) Cristina Fernández de Kirchner bajó en el aeropuerto de Capital Federal llegada desde el sur a las 22. Apenas pisó el pavimento corrió a los policías para acercarse a la multitud que llegó a acompañarla. Vestida de blanco y con un chal de lana, se detuvo a saludar durante cincuenta metros, sacarse fotos con los que pudo, “como siempre hace con su pueblo”, apuntó la misma Teresa, canchera en avistajes. “¿Sabés a qué me hizo acordar?”, preguntó Adriana Somoza, Comuna 1, veterana de Ezeiza. “A cuando Fidel vino a la Argentina (…) “¿Pero sabés qué pasa?”, volvió Adriana. “No hay liderazgos acá como el de ella”, dijo otra.
Alejandra Dandan, periodista,  “CFK regresó rodeada por todos y todas”, 12/04/16

En democracia, el concepto de ciudadanía está indisolublemente ligado a los derechos que le asisten a cada persona por su sola condición ciudadana. Y en esto no caben los merecimientos. El derecho es universal y existe per se. La ciudadanía es fuente de derechos y el goce de los mismos no se delega en una elección. El sufragio constituye un contrato entre los ciudadanos y quienes son elegidos para representarlos mediante la gestión del gobierno. Establece acuerdos, fija orientaciones, pero nunca puede echar por tierra los derechos fundamentales que dan origen a la vida en sociedad. Se entiende entonces que el señalamiento que Cristina Fernández le hace al gobierno de Cambiemos –sin personalizar en nadie, ni siquiera en el presidente– es el de “no ser respetuoso con la voluntad popular” al desconocer las propias promesas de campaña. Lo dicho contiene una doble denuncia. Por una parte, la de romper el contrato ofrecido para acceder al gobierno. Por otra atentar contra un fundamento esencial de la democracia al avasallar y arrasar derechos ciudadanos, que son derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales. Se entiende entonces la convocatoria a “defender los derechos arrebatados”. Pararse en el lugar de la ciudadanía y de los derechos habilita también otro modo de entender y de hacer política.
Washington Uranga, “Restablecer el contrato democrático”, Periodista, 15/04/16

El pensamiento era secundario al discurso, pero discurso y acción se consideraban coexistentes e iguales, del mismo rango y de la misma clase, lo que originalmente significó no sólo que la mayor parte de la acción política, hasta donde permanece al margen de la violencia, es realizada con palabras, sino algo más fundamental, o sea, que encontrar las palabras oportunas, en el momento oportuno es acción, dejando aparte la información o comunicación que lleven. Sólo la pura violencia es muda (…) El interés se desplazó de la acción al discurso, entendido más como medio de persuasión que como específicamente forma humana de contestar, replicar y sopesar lo que ocurría y se decía. Ser político, vivir en una polis, significaba que todo se decía por medio de palabras y persuasión y no con la fuerza y la violencia.
Hannah Arendt, La condición humana, 1974

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