A veces
una se siente incómoda frente al televisor, o tal vez un tanto defraudada. Esta vez habíamos coincidido sin quererlo y el
miércoles por la noche estábamos viendo 678. La propuesta parecía atractiva,
habían invitado al joven militante del PRO que fue agredido de modo fascista en
una fiesta de un barrio paquete por su condición sexual. El pibe era bastante
claro, hablaba sin exaltarse, con
argumentos defendía algunos pasos del gobierno de la ciudad mientras
ocultaba todo lo antidemocrático del macrismo, exponía algunas de sus ideas y
se dispuso a participar de una discusión con los panelistas.
Un tanto
sorprendidas encontramos que algunos de los del panel, cayeron en el juego y no
pudieron estar a la altura de las circunstancias, no lograron asumir el desafío
de hablarle a la sociedad en su conjunto, mientras hablaban al joven. Si la
política solo tuviera que ver con el diálogo entre los que están de acuerdo y
de esta manera se fortaleciera la propia posición sería ciertamente un juego de
niños. La aceptación a un proyecto político está en juego todos los días, la
disputa y el conflicto que la misma supone también, por ello es tan importante
lograr la comprensión y el entendimiento con la mayor parte posible de la
gente.
Cuando un comunicador comprometido con su pueblo habla
política, en televisión o en cualquier otro medio de comunicación,
no habla con su contrincante, sino con toda la sociedad; cuestión que no puede
desconocer. Si se desentiende de ese
destinatario mas general arriesga lo que seguramente no desea arriesgar: la
posibilidad de llegar a los más y que se afiance la propia posición.
El tema que planteamos aquí, interpeladas como militantes, es:
¿cómo nos escuchan cuando hablamos? ¿Qué piensa la gente después de
escucharnos? Querríamos evitar dar
razones que consoliden en el sentido común una tramposa idea sobre el
kirchnerismo bastante difundida: “siempre igual nos quieren imponer sus
ideas”? Quizás a veces no lo pensamos y sin darnos cuenta nos apasionamos
y alejamos a aquellos a los que
queremos incluir.
Creemos que la
responsabilidad de quienes están frente a micrófonos en la TV pública, y dicen hablar con
palabra política, es abrir, no cerrar el sentido, dejar espacios para que
todas/os pensemos. Dar la oportunidad para discutir sin enojarse, planteando
argumentos que marquen las discrepancias con lo que no se está de acuerdo,
bancándose la pluralidad de ideas, la diferencia. Eso que la derecha nunca
respeta.
La preocupación por la preservación de nuestro proyecto popular
no puede abandonarse, implica escuchar al otro siempre, cuidar la palabra
pública, incorporar argumentos para tejer un entramado de acuerdos posibles,
dejar abierto lo que no compartimos. Vivimos y viviremos en una sociedad,
diversa, contradictoria, indeterminada, móvil, si nos despreocupamos del
entendimiento con la sociedad estamos descuidando lo logrado, abandonando en
parte la construcción plural del proyecto nacional, popular y democrático encabezado por Cristina.
Cometiendo
el tipo de errores que acá criticamos le entregamos argumentos a lo peor de la
derecha, por ejemplo el diario La
Nación que ha avalado todos los crímenes contra la democracia
y la gente, las dictaduras, la explotación de los pobres, el corralito y la
apropiación de los ahorros de las clases medias.
La palabra, es el único puente que tenemos
para construir con todos aun en el disenso, la palabra es una flecha que se
lanza y no hay vuelta atrás, su sentido depende del otro no de la intención que
hemos tenido.
Consideramos que resulta
imprescindible que los comunicadores tomen en cuenta la visibilidad que el medio público
aporta y la igualdad que enuncian;
conscientes del alcance del medio y de quienes los escuchan. Ubicados desde un
sentimiento de dueños de la certeza y
tomando al otro como el que no entiende, no podrán alcanzar ni acercarse al
sentir de muchos, por el contrario,
cosecharán mas adversarios políticos.
Facebook: Red Mujeres con
Cristina II
7 comentarios:
1ª creo que sería importante mandar este comentario a todos los panelistas de 6 7 8 . yo lo haría pero no tengo el mail.
2ºNo se trata de invitar a la oposición- por más que nuestra presidenta los haya invitado a la casa rosada- y dejarles todo el espacio para que bajen línea y nuestros panelistas se queden callados y no abran el debate
3º los programas donde estuvieron los del PRO me parecieron muy pobres.
Espero que haya verdaderos debates.
Tere
Los de la oposición no aceptan ir al programa, porque no se arma el debate y la discusión, cada parte habla de su parte, no se escuchan de ambos lados, además ir solo con todos lo del panel no se la hacen fácil. ¿A quién le vino bien esa invitación me pregunto?
Muy cierto el comentario. Yo vi el programa. Hay que rescatar la posición de Mocca, que interrumpió la lógica que se estaba desarrollando y dijo algo así como que "no estoy de acuerdo con que dediquemos este programa a discutir sobre todas las diferencias que tenemos los kirchneristas con el Pro"
Tiene razón Mati Edgardo Mocca salvó varios momentos. REcuerdo que cuando va Horacio Gozález de invitado siempre trata de decirles que hay que escuchar, que ser innovadores, que hay que cambiar la postura y lo miran con cara de no entender mucho la propuesta. Como decimos en nuestra nota ¿a quien le hablablan esa noche?, ¿con quien discutían?, solamente con Pedro, hay que hablar para todas/os los televidentes, era una oportunidad de discutir política, de comparar medidas democráticas con las antidemocráticas, que entendemos por inclusión social, ampliación de derechos, acercar posturas si se podía, creo que se perdió una buena oportunidad
No estoy de acuerdo en que no se le animaron al joven del Pro. Nora Veiras lo expuso varias veces. Lo que si creo es que este pibe, al que no le creo la legitimidad de lo que le ocurrió, creo mas bien que uno sabe a que clase de gente puede irritar y fue al frente, a provocar a un ultra que sabia iba a reaccionar. Buscó la agresión, y lo sostengo ahora que la utiliza para ir a cuanto programa lo invite a hablar de Mauricio Macri. Como propaganda. Y va a ir de candidato seguro. Lo que me molesta es que no es un militante del PRO, es un empleado de Mauricio Macri, trabaja en la Fundación PENSAR. Eso no es ser militante, eso es cinismo. Y después critican a La Cámpora, nosotros militamos gratis en los barrios, no somos empleados del gobierno. Y a los militantes del PRO no los vimos en ninguna inundación, en ninguna marcha del 24/3, solo en el 8N.
Lo que me pareció él, me lo parecen casi todos los de su partido, esa fingida postura dialoguista, centrada, pacifica que termina en un exabrupto si le preguntás algo que lo incomoda, lo deja expuesto o no le gusta. Y lo terminó dejando en evidencia el final cuando despues de tanta postura terminó en el mismo lugar común del rabino, de Ritondo, diciendo que Macri va a ser presidente en 2015.
No me pareció que los panelistas no fueran incisivos sino mas bien que quisieron ser corteses porque si cada vez que debaten con uno de enfrente lo atacan entre todos parece una actitud cobarde.
Estamos con Cristina y lo demostramos todos los días, a mi me hubiera gustado que sin pasión, ni ataques les hubieran hecho un par de preguntas sobre la gestión de Macri, la represión, la caradurez de haber dicho que Macri está haciendo una revolución en los barrios del sur y no fue repreguntado, la negación que mostró y lo peor, ir con el casete de seis cosas en contra del gobierno.
Muchas gracias por dejarme opinar.
Viviana
Buenísimo Ana. Igual hay que rescatar el hecho de que hayan invitado gente de la opo, ya irán aprendiendo a escuchar y mejorando la comunicación de las ideas (espero).
A mí me gustaría también que se debata hacia adentro, por ejemplo ¿es la mejor manera de desarrollar la industria nacional la recurrencia a medidas totalmente irracionales de freno indiscriminado a las importaciones, en lugar de implementar políticas de estado a mediano plazo? Se me ocurre esto como seguramente se podrían discutir un montón de otras cosas. De esa manera el programa levantaría mucho su atractivo.
Saludos,
Muy buena la nota aportada por el nodo central. Abre la posibilidad de pensarnos desde la construcción y la perspectiva de un proyecto que, en sus acciones, es cada vez más inclusivo.
Ahora bien, a la acción hay que ponerla en palabras y a las palabras hay que incorporarle “sentidos”. Esto es seguramente la tarea más compleja, pero también la más apasionante, porque ningún lenguaje, ni siquiera el de las imágenes, puede competir con ellas.
Cuando la palabra es pública genera opinión política, de allí la responsabilidad de los comunicadores de cuidar la palabra, en el sentido de reconocer las implicancias que éstas tienen en la vida de la gente.
En el programa 678 se diluyó el sentido de las palabras. Los panelistas no estuvieron a la altura de las circunstancias, existió desigualdad en la circulación del mensaje. Dieron la impresión del “todos contra uno” y eso no es bueno, no aporta.
Tampoco es para escandalizarnos por ello, pero sí para reflexionar críticamente de la manera que queremos transmitir la construcción de un proyecto, sobretodo los que tienen responsabilidad comunicacional, porque la distancia entre la palabra pública y la opinión política es misteriosamente imperceptible.
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