Fragmentos.
La constante ampliación de la base [electoral] de
la democracia es, al mismo tiempo, la ampliación de la sustentabilidad de la
democracia. Cuanto más gente participa, cuanto más gente decide, cuanto más
gente decide no sólo el derecho sino el deber de elegir, porque los ciudadanos
no solamente tenemos derechos, también tenemos obligaciones y deberes. Y cuando
uno vota se entremezclan los dos: el derecho a elegir y el deber también de
ejercer la responsabilidad […] clara enseñanza para los ultras, que siempre
juegan al todo o nada: la democracia y la política no se construyen solamente
con la voluntad o con lo que uno tiene ganas, sino también con las relaciones
de fuerzas que se van dando en los distintos momentos históricos”.
Cristina
Fernández de Kirchner, acto en conmemoración de la Ley Sáenz Peña, 23/10/2012
Por ese mismo motivo no parece atinada
la idea de “resistencia” acuñada desde algunos sectores que serán oposición
desde el 10 de diciembre. Resistencia hubo contra las proscripciones y la
dictaduras. No es el caso. Ahora, en lugar de resistir sería más apropiado
revisar la propia práctica política con el fin de reubicarse con creatividad y
realismo en el nuevo rol de oposición que le da la historia política del país,
pensando que la resistencia de antaño se podría traducir hoy en el
fortalecimiento de la organización social y política. Ese objetivo se logra
cuando los ciudadanos y las ciudadanas adquieren protagonismo a través del
convencimiento del valor de sus derechos y conquistas y desarrollan capacidades
para defenderlos sin depender de nadie, ni siquiera de líderes carismáticos
aunque estos puedan ser esenciales en determinados momentos de la historia.
Quienes perdieron las elecciones no son víctimas de quienes ganaron. Sí son
responsables, a partir de los errores cometidos, de su propia derrota.
Entenderlo así debería leerse como una manifestación de sabiduría y, quizás, el
punto de partida para la autocrítica y la revisión necesaria.
Washington
Uranga, “El contenido y las formas”, Periodista, 28/11/15
El que tú hayas generado una brecha
de desigualdad tan grande en poco tiempo para poder acelerar tanto las
ganancias, el desarrollo económico, tiene un costo muy grande e hipoteca en
gran parte lo que podemos hacer en el futuro. Yo no sé si uno podría atribuirlo
solo al modelo o a los “Chicago”, porque cuando uno ve la historia de Chile,
existe una construcción desde la Colonia. Está instalado en las costumbres de
Chile un trato desigual muy grande. Y esto se refleja bien en los diálogos que
se están estableciendo entre los libertarios y los igualitaristas. Cada vez que
uno escucha estos relatos, como que se aleja de la realidad, porque tú no
puedes tener libertad si no tienes un acceso igualitario a las condiciones de
vida. Y justamente la pobreza es una de las mayores expresiones de pérdida de
libertad, la más extendida en el mundo. No existe una privación más grande que
a ti te hagan vivir en la pobreza y sin oportunidades. No te provean de los
mismos servicios que otros que los pueden comprar... Esa pérdida de libertad es
la que genera una gran desigualdad. Esa comprensión ha costado mucho en Chile y
uno ve resurgir ahora este ánimo libertario, que dice que no importa la
desigualdad si lo que importa es crecer, que cada uno se enriquezca... Y bueno,
si te das libertad para crecer y no procuras que las oportunidades de
desarrollo sean iguales desde la temprana infancia, lo más probable es que
tengas mayores desigualdades, como en EE.UU., y eso por supuesto es un tremendo
quiebre ético para la sociedad.
Benito Baranda, intelectual católico chileno,
11/11/2015.
Nunca fue tan claro como en este siglo XXI que
saber es poder, algo que las elites siempre supieron. En la Argentina nunca
tuvimos aristocracia y hoy ni siquiera tenemos oligarquía, sino sólo una
aspiración elitista de alguna riqueza concentrada que sintetiza su pensamiento
bajo el lema de no avivar giles (…) Como en nuestro país y en los últimos doce
años se están avivando demasiados giles, es verdad que eso es peligroso para el
proyecto transnacional de sociedad excluyente (…) Es comprensible que desde el
modelo excluyente se quejen de la existencia de demasiadas universidades
públicas y gratuitas y las consideren un gasto inútil, aunque si fuesen más
sinceros, tendrían que considerarlas un gasto perjudicial, porque son eso para
su proyecto de exclusión (…) La Argentina debe optar (…) La crítica a la
ampliación de la universidad pública y gratuita proviene de la aspiración
excluyente. Estemos atentos a los cambios: si muchas veces la consigna fue la
defensa de la universidad pública y gratuita, en esta opción no basta con eso,
sino que se trata de defender también la igualdad real en el derecho de acceso
al saber, como reafirmación de la democracia. La universidad de una sociedad
incluyente debe ser pública, realmente gratuita y, por ende, democrática.
Seamos conscientes de que en nuestro tiempo la revolución se hace mediante la
toma del saber.
Eugenio Zaffaroni,
“Universidades”, ex juez de la Corte Suprema, 5/11/15
François-Jean Lefebvre de La Barre fue
decapitado en 1766 por no haberse sacado el sombrero durante una procesión. Lo
enterraron con un libro proscripto en ese siglo: el diccionario filosófico de
Voltaire. Estaban, ambos, opuestos al oscurantismo masivo de su época. El sol
de este otoño pasivo que baña su estatua y alarga su tenue sombra en la vereda
remite al asedio ideológico, la calumnia, los despropósitos y la vulgaridad de
que es objeto la Argentina en la prensa occidental. No hay diario o semanario,
de izquierda o de derecha, que no arremeta con la más infame de las
demostraciones contra nuestra historia más reciente y contra un movimiento
político, el peronismo, (…) Ninguno de los inabarcables dictadores que visitan
París y compran perfumes y armas ha merecido un tratamiento tan degradante, un
repertorio de adjetivos tan vil.
Eduardo
Febbro, “El peronismo, la prensa y Occidente”, Periodista, 26/11/15
Lula está todo el tiempo con Dilma, y él es una
persona clave para que ella se mantenga en el gobierno. Ellos están de acuerdo
en casi todo, pero también tienen desacuerdos. Lula discute la cuestión de la
economía y defiende que se impulse el mercado interno, que hay que abrir el
crédito para el consumo, que es la fórmula que él usó en su gobierno. Jamás
dijo que quiere cambiar a Levy. Hay quienes lo dicen en su nombre. La crisis
política es más importante que la económica. Cuando Lula estaba en el gobierno
tuvo una situación beneficiosa en lo económico. En Brasil crecía el mercado
interno, el precio de los commodities como la carne y el petróleo era alto, el
PIB crecía. Para un buen político era la situación ideal. Lula es un gran
conversador y dialoguista. Con Dilma la economía no está tan bien, hay menos
plata para repartir, y ella no tiene la experiencia política de él. Entre
diciembre y enero Levy hizo todos los ajustes juntos, sin una discusión con el
pueblo. [¿Cuál es la salida a la
crisis?] Un liderazgo político muy fuerte que gane el respeto de la
población.
Celso
Marcondes, Director del Instituto Lula, 23/10/15
Hasta ahora, la mayoría de las
reflexiones sobre la democracia se concentraron en los problemas de
representación, la mala representación. Creo que hemos ingresado en régimenes
políticos en los que hay que reconocer que el poder central suplantó al Poder
Legislativo. Sin embargo, la democracia fue concebida para que se instalara un
poder parlamentario representativo. Debemos hacer que ese poder Ejecutivo
participe de la democracia porque ahora está participando a medias en la
democracia. El Poder Ejecutivo forma parte de la democracia mediante el
sufragio universal que elige al jefe del Estado. Pero es sólo un permiso para
gobernar que no está acompañado ni de un código de circulación, ni de una
escala de sanciones. El gran problema de nuestras democracias consiste en que
tenemos una democracia electoral, lo que yo llamo una democracia autorizada,
pero no contamos con una democracia de ejercicio. Hay teorías sobre las
instituciones, pero no existe una teoría democrática sobre la práctica. Creo
que los ciudadanos se dan cuenta de que lo que está en tela de juicio no son
las instituciones sino los comportamientos políticos. Por eso es preciso que los
comportamientos políticos participen de la democracia. (…)asistimos a la
instalación de democracias autoritarias. Es el caso de la Rusia de Putin, de la
Turquía de Erdogan.
Pierre
Rosanvallon, Sociólogo francés, 29/11/15
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