Fragmentos.
Es fundamentalmente un problema cultural el que se ha instalado en la Argentina. Nos han instalado determinadas frases, títulos, que cuando uno le pregunta sobre el título como si fuera una muletilla, no hay argumentación. No hay sustento, no hay idea, es simplemente repetir lo que lee o lo que alguien le dice desde una pantalla de televisión. Cuando uno pregunta ¿por qué? Ahí empieza el embrollo y nadie puede explicar nada, porque en realidad la gran clave y el gran problema es que ha habido un formidable aparato cultural que se ha extendido y ha actuado sobre los argentinos, para que tuvieran una idea distorsionada de su propio país, de sus propias posibilidades como pueblo y como sociedad. Lo de afuera, todo bien y lo de adentro todo mal, incapaces de tener un proyecto político, incapaces de generar políticas económicas (…) Y yo creo que este proyecto político ha tenido dos ejes fundamentales: por un lado, el fortalecimiento del poder político, la democratización del poder político, el cumplimiento y el honor a la palabra del poder político, que no es poca cosa”.
Cristina Fernández de Kirchner con intendentes bonaerenses, 9/11/12
La
línea que separa un objeto de un sujeto de derecho (es decir, un objeto de una
persona) es la línea esencial que define a la democracia. El nuevo código civil
debe ser pensado en este camino. Como un camino de ampliación de derechos
civiles. Las dictaduras y los gobiernos autoritarios tratan objetos, por eso
son autoritarios: quitan derechos a las personas. No tratan sujetos. Tratan
objetos, cosas inertes (que pasan a “disposición final”). La calidad de una
democracia se define en el derecho, en la capacidad de avanzar en el reconocimiento
de todos los sujetos de derecho y todas las subjetividades que tanto el derecho
como la política, durante mucho tiempo, han negado. Esta es la esencia de la
democracia: ir reconociendo siempre más –nuevos– sujetos de derecho (…) Por eso
debemos problematizar fenómenos que violan derechos y que nos parecen muchas
veces normales (porque encarnan una violencia habituada, invisible, que no
vemos: como la prostitución o la cárcel como un espacio sin ley, donde no rige
el derecho (…) allí también hay sujetos. No prostitutas o delincuentes, sino
sujetos. Personas que no vemos. Palabra. La democracia avanza cuando empieza a
ver sujetos.
Guido Croxatto, “Democracia y Derecho”, 26/11/13
Todos tienen que hacerse responsables. Toda la
comunidad tiene que asumir la protección. El punto es si apostamos a seguir
generando más violencia y delincuencia o si rescatamos a los chicos que son a
la vez excluidos sociales y los integramos. Por ejemplo, y sin agotar el tema,
¿alguna vez vamos a capacitar a los operadores judiciales y a los policías?
¿Vamos a seguir con los tres tribunales orales así como están? (...) Es el mito
del adolescente peligroso. Y las estadísticas dicen otra cosa. Dicen que es
ínfima la cantidad de delitos graves cometidos por adolescentes, y menos
todavía por chicos menores de 14. Convertir el mito en política no alterará el
panorama delictivo. Es una solución que no es tal. Por un lado, existe un daño
causado al chico que sufre la internación. Cada niño atrapado por el sistema
penal recibe hoy un certificado de que su futuro quedará probablemente al
margen de la ley. Pero además no le sirve al resto de la sociedad. No es una
política eficaz. Es decir: si sirviera no lo podríamos hacer. Pero además no
sirve. Más absurdo imposible.
Stella Maris Martínez, Defensora General de la Nación, integrante de
Justicia Legitima, 15/09/13
Siempre tuve la sensación de que lo mío no
había sido nada frente a la desgracia de muchos compañeros; fue menos de un
día, pero debe ser que la huella me marcó porque así estoy (…) Esto pasó en
mayo del ’76, muy poco después del 24 de marzo, yo ya no iba más a la escuela
secundaria, y era un momento en el que uno quiere abrir nuevos lugares, conocer
nuevas personas, se anota para estudiar; pero yo me anoté en el profesorado de
enseñanza primaria, quería estudiar psicología, pero había mucho militar en la
facultad, no hice la carrera: me quedé con mucho miedo (…) Ese domingo 23, yo
estaba de espaldas a la puerta, pero al escuchar unos ruidos giro la cabeza y
veo una movida de un colectivo, pintado de marrón, muchos coches y mucha gente,
hombres, y a primera vista parecían soldados. Nos miramos entre nosotros. La
misa continuó y terminó. Al finalizar, esta gente entró a la capilla diciendo
que los que eran del barrio se tenían que ir y quedarse en sus casas sin salir.
Y nos quedamos solamente nosotros. El recuerdo fuerte arranca cuando nos suben
arriba del colectivo pintado de marrón y verde. Nos colocaron capuchas en la
cabeza y nos hicieron sentar en el piso. Al subir, vimos quiénes éramos:
subimos nosotros, la gente del grupo, los catequistas y ese día iba gente por
primera vez a conocer el lugar, con la intención de trabajar en el barrio,
gente que yo no conocía siquiera de nombre (…) En el colectivo, una compañera
reza el padrenuestro en voz alta, porque desde el momento en que dejamos de ver
quisimos escucharnos, pero nos dijeron que no, que basta, silencio. Y al rato
otra vez nos pusimos a rezar en voz alta. Nos volvieron a decir ‘basta’. Uno de
ellos dijo: ‘De ahora en adelante, el fusil va a hablar por mí’. Yo tenía 17
años, ahora tengo 54, pasaron los años pero eso me quedó.
Beatriz Tebes,
tenía17 años cuando la secuestraron el 23 de mayo de 1976, 4/06/13
Una cosa es condenar la violencia, sobre todo
la que emana de órganos políticos que de alguna manera se burocratizan en torno
de un lenguaje militar que anula la autorreflexión, y otra cosa es trocar en el
alma del hablante el signo que lo hacía ser un joven militante armado (con
críticas incluso muy drásticas a esas organizaciones) y asumir hoy la equívoca
santidad de hablar desde el punto de vista de los otros.
Horacio González,
“Tema del traidor y del héroe”, director de la Biblioteca Nacional,
30/04/13
François Hollande permanece imperturbable, fiel a su
lema: “un mandato se juzga al principio y se sanciona al final”. Sin embargo,
incluso con medidas defendibles y nuevas, François Hollande no logra imponer al
país la imagen de un hombre que gobierna, de un hombre que sabe adónde va con
su proyecto. El presidente cree en la pedagogía y las etapas progresivas. El
desencanto de sus electores y la crisis ensombrecen su método. “Las cosas no se
calmarán”, dice Hollande a sus allegados. Lo peor está aún por venir. La
sanción se anticipó varios años a un hombre convencido de que, sin cambiar gran
cosa del sistema, todo irá mejor con el correr del tiempo.
Eduardo
Febbro, desde París, 2/05/13
Aspectos como éstos subrayan, por enésima vez, aquello de
que, por más que uno no quiera ser kirchnerista, los antikirchneristas no lo
dejan.
Eduardo
Aliverti, “La reaparición”, periodista, 25/11/13
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