aqui estamos!

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"NADIE PUEDE SER FELIZ SIN PARTICIPAR EN LA FELICIDAD PÚBLICA, NADIE PUEDE SER LIBRE SIN LA EXPERIENCIA DE LA LIBERTAD PÚBLICA, Y NADIE, FINALMENTE, PUEDE SER FELIZ O LIBRE SIN IMPLICARSE Y FORMAR PARTE DEL PODER POLÍTICO"

HANNA ARENDT

"LO IMPORTANTE ES QUE PODAMOS DISCUTIR, RAZONAR Y ENTONCES, NO HACER SOLAMENTE EJERCICIO POLITICO DE OPOSICIÓN, SINO ESCENCIALMENTE TRABAJAR POR LOS INTERESES DE NUESTROS REPRESENTADOS"

CRISTINA FERNANDEZ

miércoles, 13 de agosto de 2008

Hacia una nueva sociedad de la comunicación

Nota de opinión recibida desde la agencia Paco Urondo

¿Cómo fue posible, en nuestro país, la tragedia de la dictadura militar? ¿Cómo fue posible que la juventud que luchó por una Argentina más justa se convirtiera en victimaria? ¿Cómo fue que la pelea de los sindicatos contra la dictadura fuera silenciada y sus víctimas denostadas? ¿Cómo fue posible la década del 90? ¿El indulto a los genocidas, el remate de la Patria, la mitad de los argentinos bajo la línea de pobreza? ¿Cómo fue posible la destrucción de la salud, de la educación, de la industria?Estas realidades, tristes, nos tocaron vivir a todos los argentinos. Especialmente a los más jóvenes, como herederos de las consecuencias de este desmadre. Sin embargo, no fuimos todos responsables por igual. ¿Quién ocultó todo esto? ¿Bajaron del cielo, como fenómenos climáticos? ¿No hubo algún actor local que legitimara este accionar, que lo hiciera parecer justo o conveniente, alguien que encubriera el genocidio y la miseria?

En verdad hubo quienes convirtieron lo bueno en malo y lo malo en silencio. Pasan los gobiernos, pero ellos se quedan, como oscuros personajes, dictando una realidad. Cada vez más poderosos, construyendo argumentos por izquierda o por derecha para continuar confundiendo a los argentinos. Repitiendo, minuto tras minuto en las pantallas y en los diarios baterías de chicanas, rumores y descontextualizaciones.“Los argentinos somos derechos y humanos”, machaban en los 70. “Obediencia Debida” en los 80. “Primer Mundo”, en los 90. Pero, qué casualidad, hoy no defienden al gobierno, sino que lo cuestionan incansablemente.

“La madre de todas las batallas”
Por todo esto, el interventor del Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), Gabriel Mariotto, llama la madre de todas batallas a la democratización de los medios de comunicación, esa pesada mochila que el Pueblo carga desde el gobierno militar. Y a la dictadura mediática se la derrota con las herramientas de la democracia.La primera de todas es una nueva ley de Radiodifusión. En verdad, hubo una sola ley dictada en democracia, la 14.241 de 1953, derogada por el golpe del 55. La siguiente fue la ley 22.285 de Videla, y durante 28 años hubo presiones, cada vez mayores, de los actores de comunicación para que no se avance contra la concentración mediática. Las Juntas le hicieron un regalo extra a Clarín y La Nación: la propiedad de Papel Prensa SA, única fabricante de la época de papel diario. El menemismo reforzó el carácter monopólico de la legislación permitiendo que los dueños de diarios puedan acceder a estaciones de televisión y radio. No conforme, admitió que esa concentración pueda ser adquirida por capitales extranjeros. Como se ufana el diario La Nación, la mejor ley es la ley no escrita.Así, la libertad de prensa se transformó en libertad de empresa y los medios de comunicación en voceros de poderosos intereses económicos. Como dice Ignacio Ramonet (director de Le Monde Diplomatique), se convirtieron en “los perros guardianes del régimen neoliberal”. Mientras tanto, en esos países que estos Grupos económico - mediáticos admiran, la legislación es bien distinta. Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España no permiten que un extranjero posea más del 25% de un medio. Estados Unidos ni siquiera acepta que el dueño de un periódico posea en la misma ciudad una señal de radio o televisión. En muchos de ellos, se desarrollan canales públicos con fuerte apoyo del Estado.

Pero la lucha contra el monopolio mediático se inició tempranamente en los 80. La Confederación Sindical de Trabajadores de Medios de Comunicación Social (COSIMETCOS) presenta, la regresar la democracia, un proyecto de ley alternativo, que fue desestimado por el alfonsinismo. Fue muy poco lo que se avanzó durante el menemismo, ya que la concentración de todas las formas de poder político, económico y cultural fue avasalladora. Solo a partir de la crisis del modelo neoliberal y la cultura individualista de los 90, resurgieron con fuerza las críticas de la sociedad a la dictadura mediática.

Hacia 2004, radios comunitarias, las dos centrales sindicales, el movimiento cooperativo, universidades y otras organizaciones (la mayoría de ellas no gubernamentales) conformaron la “Coalición por una nueva ley de Radiodifusión”, un espacio democrático donde conviven sectores que apoyan al gobierno tanto como opositores.La Coalición desarrolló una propuesta basada en el concepto democrático de que las frecuencias radioeléctricas pertenecen al conjunto de la comunidad y debe administrarlas un Estado democrático. La síntesis del proyecto reside en 21 puntos. Promueve: la libertad de información, la difusión de la cultura, la independencia, el pluralismo, la indemnidad intelectual y estética de los trabajadores de la comunicación, el registro público de los dueños reales de las licencias, que las emisoras locales tengan contenidos locales y que las autoridades que apliquen estas normas sean organizaciones civiles y trabajadores de la comunicación. El proyecto está en contra de: el simple negocio comercial, la censura, la publicidad discrecional, la concentración y las repetidoras o cadenas, la propiedad de los medios en manos de funcionarios del Estado, Fuerzas Armadas y de Seguridad o quienes hayan estado vinculados al genocidio.

Otra herramienta que tiene nuestra democracia para limitar el daño que los monopolios le hacen a la democracia y a la libertad de información es el Observatorio de Discriminación en los medios, creado en noviembre de 2006, a partir de un acuerdo entre el Comfer y el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI). Desde marzo de 2007 forma parte del Consejo Nacional de la Mujer. Más tarde se incorporaron al mismo autoridades universitarias. Su estatuto está basado en la Convención de Derechos Humanos de San José de Costa Rica.La iniciativa, incuestionable desde cualquier punto de vista, fue recibida con indiferencia por los medios masivos. No se encuentra en Internet una sola nota sobre el tema durante 2006. Pero hacia la medianoche del martes 25 de marzo, el discurso mediático para promover la movilización cacerolera los llevó a un racismo sudafricano. El problema no fue el riesgo democrático de su conducta anti-republicana. Para ellos, el problema fue el color de piel de algunos de los militantes que defendían al gobierno electo tres meses atrás.La discriminación llevada al paroxismo tuvo un ejemplo insólito en el compañero Andrés Larroque. Aquella noche, le partieron la cabeza con una cacerola y como consecuencia, estaba empapado en sangre. Le quedó en la frente una cicatriz que va a ostentar de por vida. Y como estaba vestido de traje, las cámaras lo rodearon en enjambre para que denunciara el ataque de las patotas kirchneristas. Como resultó lo contrario, las cámaras se apagaron en la mitad de sus declaraciones.
En este marco, el Observatorio de la Discriminación en los medios no pudo más que señalar la conducta racista del sistema mediático.La respuesta del monopolio mediático fue inmediata: clamar ante la ciudadanía la injusta persecución a la libertad de prensa a la que eran sometidos por este esperpento, estatal, creado para la ocasión. Además de recordar que existía desde hacía un año y medio, cabe agregar que el Observatorio no tiene ninguna facultad coactiva o sancionadora.Seríamos ingenuos en pensar, que estas herramientas, propias de la democracia, son suficientes.

El monopolio mediático nació al calor de la dictadura más atroz del Cono Sur y fue engordado por la destrucción de la Patria que representó el menemismo. La herramienta más poderosa que tenemos, es la militancia. La genialidad de los compañeros organizados que salen a las calles, discuten con los vecinos, escriben y difunden, mandan correos, se acercan a las radios, organizan actividades e invitan a otros compatriotas. La carta más fuerte de la democracia no es otra, que la movilización popular organizada.

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