Hoy nos mueve la indignación. Si bien no estamos seguras si en política o en cualquier actividad social esté bien o mal movernos en este estado (aunque un amigo diría "lo bueno o malo en política no existe, es infértil pensar en esos términos")… Pero la indignación nos persigue cada vez gritando más fuerte.
Hace 20 días que estamos embarrándonos en la misma miseria. Y esta miseria no es la miseria real del hambre, sino la miseria social.
Hace 20 días, que –para algunos- estamos viviendo la "gran crisis del estado argentino", "el paro histórico" cuando en realidad la Argentina hace 20 días que – aunque no lo dice casi nadie- tiene la posibilidad de ser un poco más justa y por lo tanto más democrática.
Nos indignamos porque día a día parece que lo importante es "medir" lo que dice la presidenta: si habla mejor o peor, si dice cosas más duras o más suaves, si propone el diálogo o es soberbia…
Y entonces otra vez nos quedamos con la indignación, con el sabor amargo que provoca la miseria. Y nos preguntamos…
¿Cómo recentrar la discusión en que el lockaout del campo es ilegal, en que es un acto criminal y golpista? ¿Cómo volver a poner el eje en el desabastecimiento y que miles y miles de argentinos lo sienten? ¿Cómo volver a mirar que en este país se derramó leche, cítricos, verduras a montones y mientras que millones de argentinos todavía comen lo que encuentran en las bolsas de basura…?
Y desde ya, no tenemos todas las respuestas, pero sin duda una está en nosotros. Hay que participar en el debate, hay que pensar críticamente, hay que sostener la defensa de la democracia y de la justicia social, en cada espacio, en cada rincón.
Y permítannos aquí robar las palabras, porque creemos no lo escribiríamos mejor, de Juan Sasturian del Página 12
…"En esa línea, amigos, cansado –acobardado, mejor–, un poco escéptico pero jamás cínico, uno apuesta cada vez más a "la paz resfriada" en detrimento de "la guerra con salud", se borra del peloteo, soslaya chicanas, le gambetea cada vez más al "nosotros" contra "ellos", se fija y calla. Y opina sólo y si le preguntan de lo que cree saber. Que cada vez es menos.
Hasta que –vos lo sabés, Nene, lo pueden entender Federico o Andrea– en determinadas circunstancias algo sucede. Como si todo se volviera a plantear, como si en este país nunca hubiera pasado nada y cada uno se inventara una virginidad política a medida de la ocasión y del olvido. Y ahí uno, literalmente, siente que toda la tarea de autocontrol y budismo zen de entrecasa aplicado a la cuestión política se va al carajo. Porque más allá de haberse sacado escuditos y marchas en busca de coherencia personal, más allá de atorrantes, patoteros y corruptos impresentables que ensucian la mejor foto, hay gestos enfrente tan repugnantes que lo obligan a uno a trazar una raya de tipo barrial: con éstos no, con éstos no me junto, no aprenden, no quieren ver, el odio los ciega. Y ahí, por eso, uno siente que si habla se saca, que va a terminar a los gritos y a las trompadas como en los viejos tiempos, que no puede ser que haya que ver y escuchar cosas (espontáneas, viscerales, verdaderas) que parecía que nunca más... Nunca más –qué palabritas– porque los milicos están desactivados o en otra... Porque la coyuntura internacional y latinoamericana no ayuda. Porque si no, en la Argentina no faltarían nudillos para golpear en la puerta de los cuarteles..."
Por eso, a los gritos o en voz baja, escrito en papel o por mail, en banderas, en pancartas, en todos lados y de todas formas, sostenemos:
DEMOCRACIA, DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y JUSTICIA SOCIAL
Hace 20 días que estamos embarrándonos en la misma miseria. Y esta miseria no es la miseria real del hambre, sino la miseria social.
Hace 20 días, que –para algunos- estamos viviendo la "gran crisis del estado argentino", "el paro histórico" cuando en realidad la Argentina hace 20 días que – aunque no lo dice casi nadie- tiene la posibilidad de ser un poco más justa y por lo tanto más democrática.
Nos indignamos porque día a día parece que lo importante es "medir" lo que dice la presidenta: si habla mejor o peor, si dice cosas más duras o más suaves, si propone el diálogo o es soberbia…
Y entonces otra vez nos quedamos con la indignación, con el sabor amargo que provoca la miseria. Y nos preguntamos…
¿Cómo recentrar la discusión en que el lockaout del campo es ilegal, en que es un acto criminal y golpista? ¿Cómo volver a poner el eje en el desabastecimiento y que miles y miles de argentinos lo sienten? ¿Cómo volver a mirar que en este país se derramó leche, cítricos, verduras a montones y mientras que millones de argentinos todavía comen lo que encuentran en las bolsas de basura…?
Y desde ya, no tenemos todas las respuestas, pero sin duda una está en nosotros. Hay que participar en el debate, hay que pensar críticamente, hay que sostener la defensa de la democracia y de la justicia social, en cada espacio, en cada rincón.
Y permítannos aquí robar las palabras, porque creemos no lo escribiríamos mejor, de Juan Sasturian del Página 12
…"En esa línea, amigos, cansado –acobardado, mejor–, un poco escéptico pero jamás cínico, uno apuesta cada vez más a "la paz resfriada" en detrimento de "la guerra con salud", se borra del peloteo, soslaya chicanas, le gambetea cada vez más al "nosotros" contra "ellos", se fija y calla. Y opina sólo y si le preguntan de lo que cree saber. Que cada vez es menos.
Hasta que –vos lo sabés, Nene, lo pueden entender Federico o Andrea– en determinadas circunstancias algo sucede. Como si todo se volviera a plantear, como si en este país nunca hubiera pasado nada y cada uno se inventara una virginidad política a medida de la ocasión y del olvido. Y ahí uno, literalmente, siente que toda la tarea de autocontrol y budismo zen de entrecasa aplicado a la cuestión política se va al carajo. Porque más allá de haberse sacado escuditos y marchas en busca de coherencia personal, más allá de atorrantes, patoteros y corruptos impresentables que ensucian la mejor foto, hay gestos enfrente tan repugnantes que lo obligan a uno a trazar una raya de tipo barrial: con éstos no, con éstos no me junto, no aprenden, no quieren ver, el odio los ciega. Y ahí, por eso, uno siente que si habla se saca, que va a terminar a los gritos y a las trompadas como en los viejos tiempos, que no puede ser que haya que ver y escuchar cosas (espontáneas, viscerales, verdaderas) que parecía que nunca más... Nunca más –qué palabritas– porque los milicos están desactivados o en otra... Porque la coyuntura internacional y latinoamericana no ayuda. Porque si no, en la Argentina no faltarían nudillos para golpear en la puerta de los cuarteles..."
Por eso, a los gritos o en voz baja, escrito en papel o por mail, en banderas, en pancartas, en todos lados y de todas formas, sostenemos:
DEMOCRACIA, DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA Y JUSTICIA SOCIAL
2 comentarios:
cuanta razón tiene el amigo Sasturain, que díficil en estos días poder estar tranquilo cuando discutimos, no entrar acaloradamente en todas los debates; es muy díficil estar centrado ante tanto gorilismo que se vió por estos días, en donde siempre se desvío la discusión, donde hemos tenido que sosportar que los medios difundieran casi en cadena nacional los agravios injustos contra el gobierno y se nos "sale la correa" porque defendemos a aquellos que hoy se estan organizando en los barrios mas humildes con sus comedores, con sus oficios, sus puestos de trabajo recuperados, porque asi como a ellos se les va la vida en la defensa de lo que han conseguido en estos años, a nosotros también se nos va la vida en cada discusión luchando por no perder lo que supimos conseguir este modelo de país más justo, más inclusivo.
Si chicas!! igualdad y equilibrio para un pais mas justo.
Que asi sea!!
saludos
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